Gracia

Este artículo es parte de una serie de cinco partes de los valores de High Noon:


Honestidad
Gracia
Integridad
Accountability (Responsabilidad)
Coraje



Gracia es el flujo del amor.


Fluye a todo momento desde Dios, pero cuando cerramos nuestros corazones no la recibimos. Cuando bloqueamos su entrada, tampoco tenemos nada para darle a los demás. 


Hemos sido creados para dejar que el amor fluya naturalmente desde el cielo a la tierra. Cualquier bloqueo es estrictamente nuestra responsabilidad. Hay un bloqueo o equipaje histórico que heredamos de nuestros ancestros, cultura y familia. Sin importar lo que nos impida que el amor fluya naturalmente entre nosotros, sigue siendo nuestra responsabilidad limpiar estos impedimentos.

 

Consideren el amor como la mejor estación de radio imaginable. Cuando estamos en sintonía con esta estación, la más maravillosa música es transmitida y nos quedamos cautivados al escucharla. La trasmisión es perfecta, pero nosotros como humanos muchas veces tenemos problemas para sintonizar con la estación correcta y no experimentamos la frecuencia del amor con mucha claridad. 

El amor de Dios es una fuerza que está constantemente rodeándonos. La gracia, es lo que nos permite conectar con esta fuerza. Es lo que nos trae de vuelta a la frecuencia correcta. Somos nosotros mismos los que cerramos nuestros corazones. Somos nosotros mismos los que nos torturamos al revivir nuestros errores del pasado. Somos nosotros mismos los que juzgamos a otros y paramos el flujo del amor y gracia que nos permiten retornar a la correcta sintonía. 

Hay dos tipos de gracia en las que High Noon se enfoca. Una es recibir y la otra es dar.

Cuando piensas sobre eso, en realidad es imposible dar gracia en cualquier manera significativa al menos que tú mismo hayas experimentado la gracia primero. La razón es que si alguien está teniendo dificultad de amarse a sí mismo, ellos se cierran a sí mismos de experimentar su verdadero valor. Como el dicho dice “No puedes dar lo que no tienes.” Lo que significa que el amor que das a otros viene de tu corazón, pero si tu corazón está vacío, entonces no hay mucho que realmente puedas a otros, más que una expresión limitada del amor de Dios. 

Nuestro amor siempre tiene limitaciones. Siempre va a haber alguien que desafía nuestras habilidades de aceptar, apoyar, venerar pero al conectarnos con la gracia de Dios vamos a tener el poder de trascender las barreras del corazón. Nuestra victoria sobre nuestras limitaciones nos permite ofrecer a otros, la oportunidad al amor incondicional que se suponía que íbamos a sentir de niño. Esto es algo que va más allá de la capacidad personal de cualquier individuo, porque el amor que trasciende es más grande que cualquiera de nosotros. 

Es fundamentalmente importante aprender primero como recibir gracia, para poder libremente ofrecerlo a otros. Necesitamos conocer, sentir, empaparnos y acostumbrarnos a la presencia de la gracia. Cuando la gracia se convierte en nuestra predeterminación, entonces seremos el tipo de persona que es la fuerza total del bien para nuestro Padres Celestiales. 

Muchas personas reflexivas e inteligentes luchan con el concepto de gracia, porque sienten que si hemos hecho errores, merecemos ser torturados. Ellos sienten que merecen sentir dolor por sus errores. Esto es lo que mayoritariamente sentimos sobre nosotros mismos y es como la sociedad también funciona. 

Si alguien nos causa dolor, ellos tienen que experimentar al menos una cantidad equivalente de dolor al dolor causado. Este es un concepto que se exalta en el Antiguo Testamento. El “Ojo por ojo”, “diente por diente”, “oreja por oreja”, “cara por cara”… Me lastimas, yo te lastimo. Esta es una manera primitiva de vivir. 

Jesús nos trajo un amor más elevado a través de introducir el concepto de gracia. El ejemplificó su modelo al ofrecer perdón a todos los que encontró. A pesar de que las puertas a la gracia han sido abiertas hace más de 2000 años, hasta el día de hoy la gente tiene dificultades de transitar este camino. 

La gracia está disponible para nosotros todo el día, todos los días. Pero es algo al que no le hacemos espacio en nuestras vidas diarias. 

Muchas veces vivimos atrapados por nuestros instintos más bajos y nuestra mente primitiva. Revivimos errores del pasado, repetimos constantemente el dolor de la experiencia que ya pasó y nos enfocamos en todas las posibles consecuencias negativas, que pueden surgir por nuestro sufrimiento. 

Esto pasa especialmente por idealistas. 

Cuando mantenemos un ideal profundamente en nuestros corazones, podemos convertirnos en personas que enjuician todo lo que sea diferente a ese ideal. Si fallamos en vivir este ideal, es muy fácil terminar en un estado miserable. Cuando otros lastiman nuestro ideal, es un terreno muy familiar para nosotros, el querer que sufran por las transgresiones causadas. Por ejemplo, cuando alguien insulta a Dios, queremos que ellos paguen las consecuencias de su descreimiento. Cuando alguien hiere a nuestra familia, queremos que paguen el precio. 

Pero qué pasa si vemos a través de los lentes que dicen que solo hay dos maneras de funcionar: nosotros vivimos desde un lugar de amor o de dolor. Todos nuestros miedos, dudas, odio, desconexión, división y escepticismo vienen desde un lugar de dolor.  

Entonces, ¿Cómo podría alguien que causó dolor, recibir dolor como precio a pagar? ¿Para qué propósito esto serviría? Esta es la versión humana de ‘justicia’. Creemos que si la persona que perpetúa el sufrimiento recibe más sufrimiento, las cosas se solucionarán de alguna manera. Nunca nada fue resuelto en este lugar de dolor, solo prolonga el sufrimiento para todos. 

Solo el amor puede resolver el dolor. 

Es solo el amor que nos puede traer de vuelta, a nuestro estado natural, que es el amor. 

Así como no hay un substituto del oxígeno, que nutre nuestro cuerpo físico, el amor nutre nuestra alma. 

El dolor no puede resolver el miedo. 

El miedo no puede resolver la duda. 

El juicio no puede resolver nada. 

En el momento cuando decidimos perdonar a aquellos que no pueden perdonarse a ellos mismos, es cuando la sanación toma lugar. Es permitiendo a alguien la oportunidad de experimentar el perdón, cuando todo lo que puede hacer es despreciarse a sí mismo, que el camino hacia la liberación se abre. 

El perdón desde nuestra mente y nuestros corazones nunca será suficiente si no resolvemos el conflicto desde lo más profundo de nosotros. 

Cuando sienten profundamente en sus huesos que Dios los ha perdonado – es cuando las cadenas de su desesperación serán cortadas y cuando podrán hacer un cambio hacia la esperanza. 

Es el apóstol Pablo en la biblia, quien cambió de ser un asesino a un dador de vida.  Él le dió la vida al cristianismo como lo conocemos hoy en día. Le debemos una gran gratitud a él. Pero no fue una decisión intelectual pasar de ser un asesino de cristianos a convertirse en cristiano él mismo. Él fue golpeado por un masivo choque de la gracia de Dios que incluso se cayó de su alto caballo.

Piensa cuantas personas de este tipo están viviendo en la sociedad de hoy – atrapados bajo una montaña de auto lamento, incapaces de respirar el aire de la gracia. 

Imagina por un momento que eres capaz de ofrecerle a alguien en esta situación, la llave que le permitirá abrir las cadenas de su conexión con su dolor del pasado. La mayoría de nosotros no creemos que tenemos ese poder, pero todos lo tenemos – TODO EL TIEMPO. 

Esa es la razón por la que como idealistas, es fundamentalmente importante que nos paremos en la cima de la experiencia de la gracia, en nuestro día día e incluso en cada hora. Solo así seremos capaces de mantener el flujo de la gracia, desde el cielo a la tierra. 

Si tu boca está hablando pero tu corazón no se conecta, entonces no tienes poder.  La conexión eléctrica entre nuestro corazón y el corazón de Dios nos da la fuerza del cosmos y podemos alterar el destino de las personas que conocemos cuando hablamos desde ese lugar.

 

Para poder experimentar la Gracia, primero necesitamos descubrir donde nos estamos atrapando a nosotros mismos como prisioneros, donde nos estamos manteniendo prisioneros por los temores del pasado.

Cuando somos autoconscientes para entender nuestros errores, la humildad para buscar el perdón, y la tenacidad para permitir el espacio para que la gracia ocurra, nos convertimos en antenas que seguramente atraerán la frecuencia de la gracia. 

El perdón espiritual es algo que podemos ofrecer a cualquiera, cuando estamos en un estado de perdón. Así, que el primer paso es encontrarte a ti mismo en ese estado. A través de perdonarte a ti mismo, vamos a irradiar la gracia y naturalmente ofrecerla a aquellos que conocemos. 

Al final del día, nuestro Padre Celestial quiere que estemos completamente formados como eficientes y efectivos recipientes de amor. Estamos destinados a llegar a ser completamente maduros, completamente desarrollados como seres amorosos, creativos y poderosos. 

Al mismo tiempo hay una fuerza opuesta que desea que nos marchitemos, que seamos seres fragmentados e impotentes que buscan validación del mundo alrededor nuestro, en vez de la fuente de la vida y amor en sí. Cuando buscamos crecimiento y recuperación del mundo material, siempre terminamos siendo esclavos de una necesidad débil y temerosa de ser aceptados no por lo que somos, sino por el modo que queremos que otros nos perciban. Ser humanista con nuestro amor es DESEAR el bien a los demás, pero con una incapacidad fundamental para transformar sus almas eternas, porque nos interponemos en el camino del flujo natural de la gracia. 

Por mucho que queramos decirle a las personas que paren de sentirse triste o meramente que ‘lo superen’, ellos no van a ser capaces de hacerlo, al menos que sientan una fuerza más potente que los aleje de su sufrimiento, que la fuerza que los esclaviza.  

Tenemos el poder. 

Podemos salvar vidas y alterar el destino de cualquiera que entremos en contacto. 

Podemos hacer el cielo una realidad en esta tierra – pero sólo cuando nos salimos del camino y dejamos que el amor fluya a través de nosotros en forma de GRACIA.  

Contribución de Andrew Love


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